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Calera

Calera “Mouriño-Piatti”

  • Instelling
  • 1888-1990

La ex Calera Mouriño-Piatti es una pequeña empresa familiar productora de cal de la época artesanal ubicada en la localidad de Sierras Bayas (partido de Olavarría, Pcia. Buenos Aires). El edificio fue construido en piedra caliza por inmigrantes europeos con un perfecto conocimiento del corte de la piedra y de la construcción. La propiedad consta de la fábrica de cal, un edificio que fue vivienda familiar durante muchos años y un espacio de oficinas. También hay un taller, la central eléctrica, dos hornos de cal y un parque con árboles frutales. Desde la fábrica se accede directamente a la cantera por la parte trasera.
Su construcción se atribuye a Beltrán Anizan, un inmigrante francés radicado anteriormente en el Partido Azul. La fábrica pasó por varias sociedades hasta la década de 1920. Sin embargo, el administrador de mayor duración fue Manuel Mouriño, un inmigrante español que llegó a Sierras Bayas a principios del siglo XIX. Si bien se desconoce la fecha exacta de construcción de la planta, documentos oficiosos la datan en 1888. Este horno de cal pertenece al período preindustrial, ya que utilizaba la tecnología de hornos cilíndricos.
La fábrica contaba con dos hornos verticales de cal alimentados con carbón. La cal viva que aquí se producía se transportaba a la ciudad de Azul en vagones hasta la estación de ferrocarril, hasta que el servicio llegó en 18 a Sierras Bayas. En 1920, Mouriño compró el primer camión de Sierras Bayas para simplificar el traslado y, en consecuencia, aumentar las ventas. Su negocio se potenció notablemente y en 1924 adquirió tres hornos más ubicados en la calle principal (Roca), asociándose con la empresa de Grazioso Piatti.
Juntos formaron la empresa Mouriño – Piatti que tuvo vigencia hasta noviembre de 1957. En 1943, Manuel Mouriño fallece y su yerno, Lorenzo Yáñez, se hace cargo de la empresa. Este impulsó la modernización técnica, impuso la marca Oxcal al producto y adquirió un horno cercano construido de ladrillos. En 1957, tras su muerte, sus herederos directos se hicieron cargo de la dirección de la fábrica hasta 1990, año en que cesó la producción.
Fueron ellos quienes cedieron en comodato todas las estructuras a Cecilia Alves para un proyecto de patrimonial. Esta concesión entró en vigor en 2008, y en mayo de 2009 comenzaron las obras de recuperación, remodelación y restauración del lugar. Todos los trabajos fueron financiados y realizados por iniciativa propia, su familia y colaboradores, por lo que actualmente se considera un “sitio histórico recuperado por iniciativa privada”. El 1 de mayo de 2011, se le dio el nombre de La Calera 1888, y se colocó la insignia. A partir de allí se siguió trabajando en los espacios y en 2012 se comenzó con actividades abiertas a la comunidad. A lo largo de los años se han realizado numerosos eventos, además de visitas guiadas para escuelas y turistas. Actualmente La Calera 1888 es la única calera del período artesanal recuperada y accesible al público.